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Evaluación y gestión pública innovadora

Por sugerencia de Joao Pedro Azevedo,  y con el apoyo de Ana Luiza Machado, comparto este texto:
Con el avance de la globalización, los mercados están altamente interconectados y la “sociedad en red” alcanza un elevado grado de complejidad. En este contexto la previsión es difícil y en algunos casos, imposible. No se trata sólo de situaciones de riesgo, en las cuales se pueden ocurrir determinados hechos con probabilidades desiguales y se conoce la distribución de probabilidad de dichos casos.  Pero la incertidumbre que prevalece en el siglo XXI abarca también eventos que no se conocen, es una “incertidumbre radical”. Se sabe que no se sabe.. ¿Cómo puede la gestión pública promover innovaciones en este tipo de contexto? ¿Cuál es el papel de la evaluación para una gestión pública innovadora en un contexto de incertidumbre?
Estas preguntas son abordadas en este blog y, con más detalle, en un artículo al que se puede acceder en
Particularmente en períodos de crisis, cuando la restricción presupuestaria es más acentuada, la búsqueda y promoción de innovaciones que permitan lograr “más con menos” es fundamental. Estas innovaciones pueden hacer posible que una reducción de recursos o fondos disponibles no signifique una disminución en la cobertura de población ni en la calidad de los servicios prestados. Una gestión pública innovadora puede introducir innovaciones que permitan alcanzar el mismo nivel de resultados (incluyendo el nivel de calidad en la prestación de servicios) con menores recursos, o, alternativamente, un mayor nivel de resultados con los mismos recursos.
 
Las innovaciones que se introduzcan en la gestión pública pueden alcanzar o no los resultados esperados. Además, es posible que generen consecuencias no buscadas (que pueden ser positivas, negativas o neutras). Por otra parte, puede suceder que algunas de las innovaciones tengan efectos positivos en determinados sectores o regiones, y que sus efectos sean menos positivos o incluso negativos en otros sectores o regiones. La evaluación, además de permitir conocer los efectos de estas innovaciones,  mejorar su puesta en funcionamiento y facilitar la rendición de cuentas, puede tener un papel adicional:  ayudar a diseñar la intervención, a “construirla”;  sería una “evaluación constructiva” (Michael Patton ha introducido este tipo de evaluación llamándola  “developmental evaluation”), en el sentido de que intenta contribuir al proceso de construcción de la intervención. Por lo tanto,  complementa  evaluaciones más tradicionales, como las “sumativas”, que se realizan en un estado avanzado de la puesta en funcionamiento, cuando la intervención ya está definida, “construida”, y de lo que se trata es de rendir cuentas sobre los resultados alcanzados. También es complementaria de las evaluaciones formativas, que se llevan a cabo cuando el propósito es mejorar una intervención cuyas características básicas se encuentran definidas pero son susceptibles de mejoras en función de los resultados alcanzados..
 
En condiciones de fuerte incertidumbre no es posible conocer a priori los efectos que tendrán las innovaciones que se lleven a cabo. Pero a medida que se realizan, comienzan a surgir constataciones empíricas que pueden ser utilizadas para aumentar la probabilidad de obtener los resultados esperados. Por ejemplo, cuando se trata de una innovación como la introducción de prácticas de transparencia informativa mediante una página Web de la Administración pública, o de nuevos métodos en la educación pública, que se realiza en todo el país simultáneamente, la evaluación puede identificar las regiones o comunidades autónomas donde se han alcanzado los mejores resultados. Esto puede llevar a identificar aspectos en la modalidad de implantación en dichas regiones donde se observaron los mejores resultados que eventualmente pueden ser reproducidos en las demás regiones. Este tipo de comparaciones (benchmarking) durante la puesta en marcha puede ser el objetivo de “evaluaciones de procesos y resultados” que se realicen en “tiempo real”, que permitan mejorar la GPI.
En síntesis,  
La Gestión Pública Innovadora (GPI) se lleva a cabo en un contexto de alta incertidumbre en el cual hay restricciones significativas a la capacidad de predecir resultados.
Una función que puede desempeñar la evaluación en el marco de una GPI, es contribuir al diseño de la intervención innovadora, a “construirla”, no sólo a mejorarla.
Para tomar decisiones sobre la conveniencia de reproducir innovaciones, o extenderlas a una escala mayor, la evaluación es potencialmente una fuente de información clave, especialmente si se incorpora como criterio evaluativo la “replicabilidad” de la innovación.
La evaluación puede apoyar con informaciones apropiadas a una GPI que apunte hacia una “mejor regulación” y a una selectividad de las intervenciones basada en pruebas y resultados, que optimice la utilización de los recursos públicos.
Para un aporte más integral de la evaluación a la GPI es conveniente institucionalizar la evaluación, lo cual permitirá aprovechar mejor el conjunto de evaluaciones existentes y la conducción de nuevas evaluaciones que resulten útiles para una gestión pública innovadora que contribuya de modo eficaz y eficiente a conseguir los objetivos de la sociedad.
Saludos cordiales,  
Osvaldo
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